martes, 6 de septiembre de 2011

Ceviche de langostinos

“Tengo que quitar el ceviche de la carta, a nadie le gusta”, nos dijo el camarero entre sollozos. Había sido una idea suya, para renovar un poco la oferta del restaurante, pero resulta que a la gente le encanta comer pescado crudo en forma de sushi, pero no en forma de ceviche de langostinos. “A nosotras nos encantó”, dijimos. Mi hermana de verdad, yo un poco por pena, porque a mí tan crudo y tan aliñado no me entusiasmó demasiado tampoco y entendí que lo tuviera que sacar de la carta.

El que no parecía entenderlo era él, que nos lo contó tan afectado que estuve a punto de decirle que nos sacara otra ración, que nosotras lo íbamos a disfrutar. El hombre estaba triste, porque una idea suya no había llegado a buen puerto, y en la cara se le notaba que lo consideraba un fracaso de nueva temporada.

Luego, unos días más tarde, leí que no estamos preparados para el fracaso, porque la sociedad que se ha ido construyendo (hablo en impersonal que es mejor para no ofender a nadie) no nos ha enseñado que en la vida, también se puede perder. Nos hemos acostumbrado a ganarlo todo, o a querer ganarlo todo. En el cole teníamos que ser los de las mejores notas, los mejores deportistas, los que hicieran las mejores marcas en las ligas, los más guapos, los más populares de la clase…siempre los más. Pero es que eso no sólo fue en el cole, en las siguientes etapas de estudiantes, también, y en el trabajo, por supuesto que también.

La ambición es buena, pero sabiendo que aunque pretender siempre ser el mejor y el más acertado está bien, no siempre se puede. También se pierde. También las cosas salen mal. También se aprende de eso. También, el ceviche de langostinos puede no tener éxito y tienes que sacarlo de la carta.

Pero es que apenas tenemos herramientas para el fracaso. ¿Qué hacer? ¿Cómo tomárnoslo? Pues como un aprendizaje más, supongo, y como un puntito más en aquella frase que me lleva diciendo desde niña un buen amigo: el que no arriesga, no gana. Por tanto, arriesgar también significa perder. Y no pasa nada.

Si ese plato que elegiste, que creíste que era bueno, que iba a gustar, no funciona, pues te inventas otro, y sacas la conclusión de que esto es España y que aquí crudo, lo justo, japonés y poco más…digo yo, por decir algo. Pero no te disgustes, no te sientas fracasado, porque es tan sólo un error, de esos que tienen fácil arreglo y poca importancia.

Además de saber perder, deberíamos relativizar un poco lo que nos pasa, sé que usar argumentos como que la vida es demasiado corta para complicarnos, está demasiado visto, pero… ¡es que es una gran verdad! Pasamos el tiempo torturándonos por errores que cometemos, que nosotros les ponemos la etiqueta de fracasos, en lugar de aprender de ellos y mirar hacia delante, sin más. Que tampoco es para tanto.

¡ Que con langostinos se puede hacer hasta una ensalada !

1 comentario:

  1. Dejando de lado que a mí lo crudo me encanta, (debo ser algo canibal) y que conmigo de comensal ese ceviche tendría éxito .. Estoy de acuerdo, Adriana. En una sociedad tan competitiva y deshumanizada parece que muchas personas no saben encontrar sus tiempos, valorar el aprendizaje, y no frustrarse a la primera puesto que la equivocación y la rectificación es inherente a la evolución, a la evolución personal y profesional. Un besote.

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