lunes, 7 de noviembre de 2011

¿Esto es quitar la grasa?

Recuerdo que hace tiempo escribí sobre el erotismo de las tareas del hogar. Había una encuesta al respecto. La misma que debió leer Bigas Luna para marcarse semejante anuncio.

Seguro que sabéis a cuál me refiero. Es una pareja, dándose toda clase de arrumacos, hasta que ella apoya su trasero y sus manos sobre una encimera que le parece sucia y saca un quita grasas del bolsillo que tiene entre las piernas. Él, para su proceso amoroso y se pone a “flisear” (flis flis) con el quita grasas para dejarlo todo como los chorros del oro. Y cuando acaba, sigue con su cometido sexual.

Impresionante. Hay varios anuncios, en algunos, limpia zapatillas de deporte y en otro pone el lavavajillas. Pero el hilo conductor es el mismo. Yo supongo que a alguien quizás le parezca erótico. A mí desde luego, me parece peligroso.

Peligroso por si a alguna chica le parece buena idea (como sale en la tele…) interrumpir un beso apasionado para limpiar, e igual de peligroso por si un chico cree que puede parar en un punto, limpiar y seguir como si no hubiese pasado nada o el tiempo se hubiera detenido. ¿Estamos locos?

Me parece fenomenal la limpieza, abogo por ella e incluso estoy un poquito obsesionada con los brillos y la ausencia de polvo, pero de ahí a interrumpir mi intimidad por quitar la grasa de una encimera me parece excesivo. Y si es una metáfora, no la entiendo. Pero señor Bigas Luna, ¿qué ha entendido usted en esa encuesta que ambos leímos?

La música está bien elegida, eso hay que reconocerlo, porque cada vez que sale, giro la cabeza para mirar de qué se trata hasta que me encuentro a esa pareja extraña que para de amarse para limpiar.

No me gusta. Hemos protestado mil veces por las mujeres con la arielita, por las absurdeces del señor tan limpio ese que pisas y no deja huella, por ese mayordomo que aparece desde un bote de friega suelos (si me pasa esto algún día, infarto), y por las comparaciones de camisas blancas entre amigas, pero es que esto…no sé qué es peor. La pareja dejando de lado toda su lujuria para darse al fregoteo en el peor sentido de la palabra, que es fregar de verdad, y ella mirando como si le motivara que él esté limpiando sus zapatillas de deporte amarillas ya…demasiado para mí y mi afición por la publicidad.

Porque mira que me gusta ver los anuncios…y hay muchos que me emocionan (fan absoluta de la publicidad emocional) pero al final, tendemos a hablar de lo que menos nos gusta. ¿O no?

Prometo hablar otra vez de Ikea…