martes, 5 de enero de 2010

TERROR EN EL HIPERMERCADO

Me encanta la Navidad, pero no comprendo para nada que la gente se estrese, se ponga nerviosita, se altere, se enfade…¿Por qué? Llevo unos días presenciando escenas de violencia shoppinhera. Me explico:
Ayer, una chica en la caja de H&M se volvió loca porque según ella la cajera le estaba entregando mal el cambio. La cajera repasó las cuentas de su caja y le cuadraba, así que no le había dado mal las vueltas. Pues la chica, en lugar de irse tranquilamente pensando dónde habría metido su dinero se dedicó a decir toda clase de improperios sobre la pobre chica de la tienda que se quedó blanca tras escuchar de la clienta (y las clientas siempre tienen la razón así que se tuvo que callar) que era una incompetente, que no estaba bien así, que no valía para nada, y que quería hablar con el director. ¿Director? Gran frase de mi hermana: ¿quiere que venga el sueco? ¿El director general de H&M? Muy fuerte…como mucho, consiguió que se acercase una encargada que intentó tranquilizarla, pero nada…al final se fue, diciendo que volvería. Amenazas entre los vestidos de fiesta de rebajas. Impresionante.
Siguiente parada: el VIPS. Resulta que en la cola para la caja dos chicas se indignan porque un señor intenta colarse. El señor se enfada muchísimo, levanta su dedo índice hacia ellas y les dice “Me han llamado maleducado, a mí! Mequetrefes!!!”. Tensión entre las chocolatinas y los calendarios. Al fondo, gente merendando tortitas.
En Massimo Dutti, una señora se nos planta delante en la cola de la caja. Le indico amablemente que yo, camiseta en mano, también me dispongo a pagar. Me dice que ella estaba allí antes y que si se mueve y no está en la cola es porque tiene niños a los que perseguir. ¿Niños? Monstruitos tirados en las escaleras de la tienda, arrastrándose por todas y cada una de ellas, impidiendo el paso a todo aquel que quiere subir o bajar, gritando…y mientras, su madre, esa buena mujer que se sale una y otra vez de la cola para atenderlos, lo único que les dice en tono agudo y cariñoso (¿no se supone que está riñendo?) es “Juaaaan, Peeeeedro”…y los niños ni caso, pero ni caso de verdad. Ella con cara de cabreada con varias prendas en la mano, desapareciendo de la cola. Si tienes unos hijos energúmenos quizás no deberías ir de compras con ellos. Enfado entre las camisas de flores de la Provenza y los vestidos a lo Memorias de África.
En el mercado las cosas funcionan mejor. Las lechugas están frescas, los calabacines enteros, el frutero sólo pregunta “¿Algo más?” y la de la pollería nos filetea unas pechugas que da gusto verla. Además, el chico que nos pone un cuarto de kilo de cerezas (cerezas en enero! viva!!!!) nos dice “Gracias, guapas” y el pescadero nos sonríe al darnos las vueltas.

Conclusión: nuestro Shopping va a ser a partir de ahora por el Mercado de Barceló.

Sonrían, señores, que es año nuevo ;)