martes, 16 de marzo de 2010

Café solo o con ellas

Es el título de una peli que tengo y que aún no he visto. Pero esta tarde he he hecho mi propio argumento.
Si tuviera que escribir un guión de película con ese título contaría seguro algo de lo que he hecho esta tarde. Mi café ha sido solo, bueno, con leche, pero sola. Sin ellas, sin ellos…he pedido un café con leche y un donut de chocolate que me ha mirado con ojitos desde la vitrina donde estaba y no he podido más que decirle “ven conmigo, colesterol, ven conmigo, chocolate que me hará liberar endorfinas…” Y así sucedió.
Después del segundo bocado al donut ha comenzado a crearse un entorno maravilloso en la cafetería. La camarera, la más salada del lugar; la gente que entraba, guapa a la par que simpática; el café, riquísimo…Y yo en medio de todo eso, tomando un café solo, o bueno, sola.
Lo hablaba ayer…he aprendido a disfrutar de la soledad, o más bien, de los momentos de soledad, cuando son temporales y elegidos. No me da miedo ya estar sola, y eso es un aprendizaje que lleva tiempo. Recuerdo cuando llegué a estudiar a la capital, niña de provincias, que lo pasaba fatal cuando cerraba la puerta de aquella habitación y me quedaba sola. Y no se me ocurría nunca, jamás, sentarme en una cafetería sin estar acompañada.
Y ahora, me atrevo incluso a pedir algo de comer con el café y a sacar un folio y escribir. Puede llamarse madurez o puede llamarse evolución. No es sólo que lo haga, es que lo disfruto. Porque he aprendido, hace ya un tiempo, a que me guste mi propia compañía, yo mi me conmigo no soy nada aburrida, la verdad.